Es un hecho extraño y maravilloso estar aquí, caminar dentro de un cuerpo, tener un mundo en el interior y un mundo al alcance de los dedos. Es un privilegio enorme y es increíble que los humanos olviden el milagro de estar aquí. Dijo Rilke: “Estar aquí es mucho”. Es desconcertante comprobar cómo la realidad social nos aturde e insensibiliza hasta el punto de que el portento místico de nuestra vida pasa totalmente inadvertido. Estamos aquí. Somos salvajes, peligrosamente libres. El aspecto más desolado de estar aquí es nuestra separación en el mundo. Cuando vives en un cuerpo, estás separado de todos los demás objetos y personas. Muchas veces, cuando tratamos de rezar, de amar, de crear, en realidad queremos transfigurar esa separación, construir puentes para que otros puedan llegar a nosotros y nosotros a ellos.
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