En algún momento, la manera en que pensabas cómo iba a salir todo, se derrumbará y quedará hecho cenizas. Las puertas al derrumbe del ego se abrirán y todo lo que permanece es tu crudo corazón ardiente.

La naturaleza de la forma es de nacer, bailar, jugar y luego volver a lo desconocido. Esto no es una especie de error cósmico, sino la manera en que son las cosas - de creatividad, inteligencia y una reflección del flujo universal.

Las relaciones, el trabajo, la familia, los amigos, nuestra salud... ideas sobre nosotros mismos, los demás, y el mundo. Lo que pensábamos ofrecería un significado y un propósito continuo. Ahora reorganizándose ante nosotros, deseando ser re-escritos de manera más integrada, cohesiva y compasiva.

Incluso hasta de lo que estábamos tan seguros hace unos días - las grandes realizaciones, descubrimientos y percepciones sobre quiénes somos, lo que es más verdadero, lo que proporcionará una paz duradera...ya no es tan convincente. El temblor ha regresado. Un sueño ha desaparecido y aún no ha sido reemplazado por una nueva visión. Pero dentro de los fragmentos del mundo roto, la vida pura aguarda.

Toda forma debe terminar, saliendo a través de un portal hacia la oscuridad, para que las nuevas formas puedan emerger del crisol del espacio claro. Pero lo que está emergiendo en el vientre del Ahora no se conoce con anticipación, y no está sujeto a nuestras esperanzas, temores o fantasías de control. Aunque la mente luchará contra la naturaleza iracunda de esta verdad, el corazón sabe ...el cuerpo sabe.

Atrévete a ver que la muerte de la forma está llena de partículas en erupción con vida, con magia, y con la fragancia de lo sagrado. Puedes relajarte en el centro mismo de la jornada de la muerte-renacimiento, y descansar dentro del núcleo de las contradicciones. Aquí, el caos y la gloria son uno.

No hay nada más vivo que eso.

No hay nada más sagrado que eso.

No hay nada más seguro que eso.

Matt Licata

Así, la locura del hombre es la cordura del cielo 
y alejándose de toda mortal razón el hombre llega por fin 
a aquel pensamiento celestial que, 
para la razón es absurdo y frenético; y para bien o mal, 
se siente entonces sin compromisos, indiferente como su Dios.
Herman Melville
-Moby Dyck-