STANLEY CUBRICK



La misma falta de significado de la vida fuerza al hombre a crear su propio significado. Los niños, por supuesto, inician la vida con un sentido de asombro sin par, una capacidad de experimentar completa jovialidad ante algo tan simple como el verdor de una hoja; mientras crecen, la conciencia de la muerte y el decaimiento empieza a instalarse en su conciencia y sutilmente erosionan su joie de vivre, su idealismo y la presunción de inmortalidad. A medida que el niño madura, ve la muerte y el dolor a su alrededor y empieza a perder fe en la bondad última del hombre. Pero, si es razonablemente fuerte y afortunado, puede emerger de este crepúsculo del alma en una resurrección del espíritu de la vida. Tanto debido a, y a pesar de su conciencia del sinsentido de la vida, puede forjar un sentido fresco de propósito y afirmación. Quizá no recupere el mismo sentido puro de maravilla que nació con él, pero puede moldear algo más sólido y lleno de sustento. El hecho más terrible del universo es, no que es hostil, sino que es indiferente; pero si podemos llegar a términos con esta indiferencia y aceptar los retos de una vida entre los límites de la muerte, nuestra existencia como especie puede tener significado genuino y realización. Sin importar cuan vasta la oscuridad, debemos proveer nuestra propia luz.