No tienes que ser bueno.
No tienes que andar de rodillas
cien millas por el desierto, arrepintiéndote.
Tienes sólo que dejar que el animal suave del cuerpo
quiera lo que quiera.
Cuéntame algo de desesperanza, la tuya, y ya te contaré la mía.
Mientras tanto sigue el mundo.
Mientras tanto el sol y las piedrecitas claras de la lluvia
están recorriendo los paisajes,
arriba las llanuras y los árboles hondos,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto los gansos salvajes, altos en el aire azul y limpio,
vuelvan a sus orígenes.
Quienquiera que seas, no importa cuán solitario,
el mundo se te ofrece a la imaginación,
te llama como los gansos salvajes, discordantes y apasionantes
una y otra vez anunciando tu lugar
en la familia de todo lo que hay.
Mary Oliver