Alessio Albi

De tantos hombres que soy, que somos, 
no puedo encontrar a ninguno:
se me pierden bajo la ropa, 
se fueron a otra ciudad.

Cuando todo está preparado 
para mostrarme inteligente 
el tonto que llevo escondido 
se toma la palabra en mi boca.

Otras veces me duermo en medio 
de la sociedad distinguida 
y cuando busco en mí al valiente, 
un cobarde que no conozco 
corre a tomar con mi esqueleto 
mil deliciosas precauciones.

Cuando arde una casa estimada 
en vez del bombero que llamo
se precipita el incendiario 
y ése soy yo. No tengo arreglo. 
Qué debo hacer para escogerme?

Cómo puedo rehabilitarme? 
Todos los libros que leo 
celebran héroes refulgentes 
siempre seguros de sí mismos:
me muero de envidia por ellos, 
en los filmes de vientos y balas
me quedo envidiando al jinete, 
me quedo admirando al caballo.

Pero cuando pido al intrépido 
me sale el viejo perezoso, 
y así yo no sé quién soy, 
no sé cuántos soy o seremos. 
Me gustaría tocar un timbre 
y sacar el mí verdadero 
porque si yo me necesito 
no debo desaparecerme.

Mientras escribo estoy ausente 
y cuando vuelvo ya he partido:
voy a ver si a las otras gentes 
les pasa lo que a mí me pasa, 
si son tantos como soy yo, 
si se parecen a sí mismos 
y cuando lo haya averiguado 
voy a aprender tan bien las cosas 
que para explicar mis problemas 
les hablaré de geografía.
Pablo Neruda