Cuando era niña y hacía alguna trastada,mi táctica era negarlo todo.
No importaba si las pruebas me acusaban descaradamente.
Por aquel entonces,lo importante para mi,era no ceder ante
ningún tipo de autoridad y cualquier excusa era buena
para poner a prueba mi resistencia.
Ahora sigo haciendo trastada,pero mi táctica ha variado un poco;
en lugar de negarlo,no me importa declararlo a los cuatro vientos.
Y no es para poner a prueba la autoridad de los demás,
sino que,se lo dedico esa vocecita interior que siempre está juzgando
si hago bien o mal esto o aquello,si soy mejor o peor,si me quieren o me dejan de querer...
Aveces se sonroja con mis atrevimientos,pero juraría que en alguna ocasión,
he sentido que se congratula conmigo.
Gea