Un joven americano, llamado Simon Moon, que estudia Zen en el Zendo (escuela de Zen) en New Old Lompoc House en Lompoc, California, cometió el error de leer El Proceso, de Franz Kafka. Esta siniestra novela, combinada con el entrenamiento Zen, fue demasiado para el pobre Simon. Se obsesionó, intelectual y emocionalmente, con la extraña parábola sobre la puerta de la Ley que Kafka inserta casi al final de su historia. Simon encontró tan inquietante la fábula de Kafka, que de hecho arruinó sus meditaciones, dispersó su juicio y lo distrajo de su estudio de los Sutras.

Algo resumida, la parábola de Kafka es como sigue:

Un hombre llega a la puerta de la Ley, con la intención de entrar. El guarda se niega a dejarle pasar por la puerta, pero dice que si espera lo suficiente, tal vez, algún día en un futuro incierto, logre ser admitido. El hombre espera y espera y va envejeciendo; intenta sobornar al guarda, el cual acepta su dinero pero sigue sin permitirle entrar; el hombre vende todas sus posesiones para conseguir dinero para más sobornos, los cuales acepta el guarda -pero aún no le deja entrar. El guarda siempre explica, cada vez que coge cada nuevo soborno “Sólo lo hago para que no abandones totalmente la esperanza”.

Finalmente, el hombre es viejo y enferma, y sabe que pronto morirá. En estos últimos momentos reúne la energía necesaria para formular una pregunta que lo ha mantenido perplejo a lo largo de los años. “Me han dicho”, dice al guarda, “que la Ley existe para todos. ¿Por qué ocurre entonces que, en todos los años que llevo esperando aquí sentado, nunca ha venido nadie más a la puerta de la Ley?”

“Esta puerta”, dice el guarda, “ha sido hecha exclusivamente para ti. Y ahora voy a cerrarla para siempre”. Y cierra de un portazo mientras el hombre fallece.

Cuanto más se obsesionaba Simon con esta alegoría, broma o rompecabezas, más sentía que nunca podría comprender el Zen hasta que primero comprendiese este cuento extraño. Si la puerta existía exclusivamente para aquel hombre, ¿por qué no podía entrar? Si los constructores pusieron a un guarda para mantener al hombre fuera, ¿por qué dejaban la puerta tentadoramente abierta? ¿Por qué el guarda cerró la puerta, previamente abierta, cuando el hombre se había hecho demasiado viejo para intentar precipitarse y pasar ante el guarda? ¿Tenía la doctrina budista del dharma (ley) algo en común con esta parábola?

¿La puerta de la Ley representaba la burocracia bizantina que existe virtualmente en todo gobierno moderno, con lo que la historia sería una sátira política tal como un burócrata menor como Kafka podía haber concebido en sus subversivas horas libres? ¿O la Ley representa a Dios, como algunos afirman? Y, en ese caso, ¿intentaba Kafka parodiar la religión? ¿O defender su divino Misterio indirectamente? ¿Acaso el guarda que aceptaba los sobornos pero no daba más que esperanzas vacías a cambio representaba al clero? ¿O al intelecto humano en general, siempre dándose un festín con las sombras de la ausencia de auténticas Respuestas Finales?

Finalmente, cerca de la crisis nerviosa debido a su pronunciado cansancio mental, Simon acudió a su Roshi (profesor Zen) y le relató la historia de Kafka del hombre que esperaba ante la puerta de la Ley -la puerta que existía sólo para él pero que nunca le permitirían cruzar, y que fue cerrada cuando la muerte ya no le permitía entrar. “Por favor” suplicó Simon, “explíqueme esta Oscura Parábola”.

“Te la explicaré”, dijo Roshi, “si vienes conmigo a la sala de meditación”.

Simon siguió al profesor hasta la puerta de la sala de meditación. Al llegar el profesor entró rápidamente, se dio la vuelta y cerró de un portazo ante las narices de Simon.

En ese momento, Simon experimentó el Despertar.

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