En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, 
como ahora, incomunicados. Eran, además, muy diversos; 
no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas. 
Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y salía por los espejos.
Jorge Luis Borges