Los nómades tiene muchas tareas en común.
Una de las tareas es hacer que las esferas de los relojes
permanezcan perpendiculares a los astros
y hacer que los astros permanezcan horizontales a los sueños
y hacer que los sueños permanezcan verticales al corazón del hombre.
Preparan sus miedos si las noches se hacen negras con negruras de otros relojes
y preparan sus ojos para llorar si los llantos desparraman sus aguas
y empapan la piel del aire
y desbordan las copas de los eucaliptos.
Descubren signos latentes en las noches y en los llantos
y los dejan ahí, latiendo como semillas
o como pollitos sin nacer adentro de sus huevos.
Dejan a los signos latiendo en sus propios sitios.
No los interpretan.
Ellos saben que los signos y los misterios
dados vuelta ya no laten.
Una vez el amor de dos nómades duró una lluvia.
Cuando se despidieron, mojados vivos,
supieron que volverían a amarse en todas las lluvias por venir
aunque nunca más volvieran a encontrarse.
Aprenden que lo efímero visto por sus ojos
se transforma en eternidades.
Los nómades entienden que el cuerpo humano,
es antes que nada una manifestación de la vida.
Cuando nace un hijo saben que en ese alumbramiento,
ellos mismos son alumbrados con otra luz.
ellos mismos son alumbrados con otra luz.
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