Hay una razón fundamental por la que miramos al cielo con asombro y nostalgia, por la misma razón por la que nos paramos, hora tras hora, mirando el lejano mar abierto. Hay algo así como una sabiduría antigua, codificada y escondida en nuestro ADN, que conoce su punto de origen con tanta seguridad como un salmón conoce su riachuelo. Intelectualmente, es posible que no deseemos regresar allí, pero los genes lo saben, y anhelan sus orígenes: su hogar en las profundidades saladas. Pero si los mares son nuestra fuente inmediata, la penúltima fuente es ciertamente el cielo … La verdad espectacular es -y esto es algo que tu ADN ha sabido desde el principio- los mismos átomos de tu cuerpo: el hierro, el calcio, el fósforo, el carbono, nitrógeno, oxígeno, y así sucesivamente, se forjaron inicialmente en estrellas muertas hace mucho tiempo. Por eso, cuando te paras afuera, bajo un cielo campestre sin luna, sientes un tirón inefable en tus entrañas. Somos estrellas y todos tenemos algo de luz en nuestro interior.Jerry Waxman
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