Así, la locura del hombre es la cordura del cielo 
y alejándose de toda mortal razón el hombre llega por fin 
a aquel pensamiento celestial que, 
para la razón es absurdo y frenético; y para bien o mal, 
se siente entonces sin compromisos, indiferente como su Dios.
Herman Melville
-Moby Dyck-